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Exhibamos más a Dios que a nuestros logros en este 2017

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En nuestras conversaciones cotidianas es muy común hablar de nuestros logros personales. Sin embargo en estos diálogos también es muy normal no hacer alusión a la causa suprema de todas nuestras bendiciones (Dios). Hablamos más de nuestras competencias para hacer  tales o cuales cosas que del dador de esas competencias.

Esta actitud es parecida a la del rey Ezequías ante los enviados del rey de Babilonia, el cual comenzó a alardear de todas sus riquezas y armas de guerras. La biblia dice que no hubo nada en su palacio ni en todo su reino que Ezequías no les mostrara a estos hombres (Isaías 39:2). Pero Ezequías soslayó lo más importante, hablar del Dios que lo había bendecido. Inclusive librado de la muerte y  de sus enemigos.

Asimismo actuamos cuando nos gloriamos más de nuestro éxito personal que de depender de Dios. Cuando nos gloriamos  más de nuestras calificaciones escolares, eficiencia laboral y éxito familiar que de servir y conocer a Dios.

Todo lo hemos recibido de su mano

Si en algo debemos gloriarnos en la vida no es nuestra riqueza, fuerza y sabiduría, sino en conocer y entender a Dios (Jeremías 9:24). Pablo estimó todo su éxito personal como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús. Conocer a Dios es la vida eterna.

Es imperativo no olvidar que todo lo que poseemos, de la mano de Dios lo hemos recibido (1Crinicas 29:14). Nuestra vida, familia, salud, capacidades, etc. son dones de Dios. La biblia declara en la carta de Santiago que “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación (Stg.1:17). Dios es la fuente de donde fluyen todas nuestras bendiciones.

El Apóstol Pablo dice” Porque ¿quién te distingue? ¿Qué tienes que no recibiste? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido? (1Corintios 4:7). Por la gracia de Dios somos lo que somos. O como dijera alguien “todo es por gracia de principio a fin”.

Así que, en este nuevo año demos a conocer más la gloria de Dios que a nuestros logros. Y como expreso el salmista “Alaben al Señor, invoquen su nombre; den a conocer entre los pueblos sus obras; proclamen la grandeza de su nombre”. (Isaías 12.4). Pues exhibir nuestras bendiciones no es tan importante como exhibir la gloria de aquel que nos concedió esas bendiciones (Dios).

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