En una
sociedad relativista como la nuestra los hechos claramente objetivos se
degeneran con el tiempo y adquieren nuevos matices semánticos, hasta el punto
que el significado original de los hechos se desvirtúa. Tal es el caso de la
navidad, que de ser un tiempo en el que se celebraba el nacimiento de Jesús ha
pasado a ser la antítesis de esta festividad. Hoy es una época de consumismo y derroche en su máxima expresión.
Sin embargo,
es justo reconocer que no todo es negativo en esta época, también ocurren cosas
positivas. Se producen reuniones familiares, encuentros con viejos amigos y se
degustan ricos manjares. Todo esto es importante. Pero, celebrar estas cosas más
que el nacimiento de Jesús, es como que el día de la boda el novio se deleitara
más en la cena que en la novia. Algo totalmente absurdo.
El verdadero
significado de la navidad se resume en esta expresión: “Y aquel Verbo fue hecho carne” ... (Juan 1:14). Esto te podría sonar esotérico,
sin embargo, es la verdad más portentosa, pues nada podría ser más significativo
en la vida que celebrar que Dios hijo, CREADOR del universo, se despojó de su
gloria, adoptó un cuerpo humano y murió en una cruz para salvarnos del pecado y
librarnos de la condenación eterna.
En
términos más llanos, la navidad significa que Jesús se humilló hasta el nivel
más bajo para sentarnos junto a él en el nivel más alto. El pastor Miguel Núñez
lo dice de esta manera: Cristo fue de la
gloria a la humillación para llevarnos de la humillación a la gloria”.
Hoy 25 de diciembre celebro la
navidad recordandotres verdades. 1) Jesús se hizo carne para ofrecer el
sacrificio perfecto que tú no podías ofrecer (Juan 1:29). 2) Ahora podemos conocer a Dios de manera más
profunda, pues el verbo hecho carne es el pináculo de la revelación divina
(Colosenses 1:15). 3) Con su encarnación Dios se identificó plenamente con
nuestro sufrimiento y debilidades, de manera que ahora tenemos a quien recurrir
cuando sufrimos y somos débiles (Hebreos 4:15).