Es
irónico ver a un ex oprimido convertirse en un verdugo o a alguien que toda su
vida luchó contra la corrupción amasar fortuna en detrimento de los recursos
del estado. Pero es aún más irónico y escandaloso ver a un “seguidor de Cristo”
enriquecerse a expensas de las ofrendas de los feligreses como sucede hoy en
gran parte de la cristiandad.
La
vida de muchos pseudos seguidores de Cristo es un poema, pero lleno de ironías,
oxímoron y paradojas, pues contrasta con la vida de Cristo, mientras Jesús daba
su vida por las ovejas, estos trasquilan a las ovejas. Hace unos años escuché a
un famoso predicador decir con todo el cinismo del mundo “que si las ovejas no
tienen lana (dinero) él no las pastorea. Esta declaración me hace recordar las
palabras de Jesús en el Sermón del Monte: “No todo el que me dice: "Señor,
Señor", entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de
mi Padre que está en los cielos.
La vida del predicador debe ser un poema que contraste con la avaricia, la codicia y la manipulación, no con Cristo. Jesús es el estándar perfecto, si la vida del predicador no armoniza con la de Cristo, entonces el tal es un falso profeta y su enseñanza debe ser rechazada con vehemencia.