En la actualidad hay quienes ven la ciencia como enemiga de la religión, pues el conocimiento religioso es reducido a la pura superstición. Por eso, los irreligiosos piensan que a la medida que las sociedades se vuelven más científica y tecnológica pierden su interés en la religión. Pero ¿Ha enterrado la ciencia a Dios? ¿Son la religión y la ciencia perspectiva irreconciliable? Estas y otras preguntas me propongo responder en este ensayo.
El caso Galileo Galilei.
Cuando se habla del debate entre ciencia y religión siempre se trae a colación el caso Galileo Galilei. Éste fue un científico Italiano que en 1609 inventó el telescopio. La invención de dicho artefacto le permitió confirmar la teoría heliocéntrica del sistema solar que había sido postulada por el astrónomo polaco Nicolás Copérnico. El modelo de Copernicano se contraponía a la idea de Aristóteles que la tierra era el centro del universo.
En aquel momento la Iglesia Católica y los científicos se adherían a la teoría geocéntrica de Aristóteles. Por dicha razón, contradecir esa concepción astronómica era una herejía. El hallazgo de Galilei que la tierra y los demás planetas de nuestro sistema solar giraban en torno a una estrella, el sol, provocó que los académicos y la iglesia se rebelaran contra tales afirmaciones.
Vale destacar que no toda la iglesia se oponía a sus planteamientos, y que sus opositores no solo eran religiosos, sino también científicos de la época. Además la intención de él no era refutar a la Biblia ni a la iglesia, más bien, el modelo aristotélico que acogían los cosmólogos de aquel entonces.
De hecho, Galilei, Johannes Kepler, Newton y todos los padres fundadores de la ciencia moderna eran creyentes en Dios y en la Biblia. Los historiadores de la ciencia dicen que el teísmo fue el motor que condujo a estos hombres hacer ciencia, puesto que creían que el universo estaba ordenado, gobernado por leyes y que esas leyes tenían un legislador.
En esa misma tesitura, es bueno resaltar que la visión cristiana del mundo en la cual creían estos hombres de ciencia es una perspectiva en cuanto a la relación de Dios y la naturaleza totalmente diferente a la de los griegos, pues los dioses de estos último no eran trascendentes, sino que estaban dentro del mundo y manipulaban la naturaleza a su antojo. Pero el enfoque bíblico es que hay un Dios que creó el universo y estableció leyes para que éste tenga un comportamiento uniforme. Por eso, tanto Galilei como Kepler creían que Dios había escrito al mundo en el lenguaje de las matemáticas. Para ellos el universo era inteligible porque un Ser Supremo y racional lo diseñó.
¿Cuál es la relación que existe entre estas áreas?
Ahora bien, cuando hablo de la relación entre ciencia y religión no estoy insinuando que la biblia es un libro científico o que podemos demostrar la existencia de Dios utilizando el método científico. Más bien dicha relación se traduce en que son dos áreas distintas que estudian aspectos diferentes de la realidad y que ambos enfoques no se contradicen sino que se complementan.
La ciencia estudia la materia, es decir, todo lo que ocupa un lugar en el espacio o lo que podemos percibir con nuestros sentidos. Sin embargo, la teología y la filosofía se centran en el ámbito metafísico, lo inmaterial o lo que no podemos percibir con los sentidos. Por ejemplo verdades como los valores, las leyes de la lógica no pueden ser explicadas desde una perspectiva científica. Más bien son verdades filosóficas.
Pero hay quienes dicen que las únicas afirmaciones del lenguaje humano verdaderas son aquellas que se pueden probar por el método científico , por tanto la idea de Dios o todo lo metafísico es irrelevante, pero dicho razonamiento es sumamente falas, pues comete una incoherencia lógica, ya que, la expresión: “las únicas afirmaciones del lenguaje humano verdaderas son aquellas que se pueden probar por el método científico”, no se puede someter al método de la ciencia , no la podemos colocar en el microscopio ni en un tubo de ensayo. Por tanto, aquellos que sostienen dicha idea rompen la rama donde están sentado y se auto contradicen, ya que su postulado no es científico, sino filosófico.
Por otra parte, muchos científicos piensan que por cuanto conocen las leyes físicas o el funcionamiento del universo ya no necesitan a Dios para explicar el origen del cosmos. Para refutar este argumento John Carson Lennox un matemático y filósofo de la ciencia de la Universidad de Oxford, dice
“Las leyes de la física pueden explicar cómo funciona el motor de reacción, pero alguien tenía que construirlo, haberle puesto el combustible y ponerlo en servicio. El avión no pudo haberse creado por las leyes de la física por su propia cuenta, sino que tuvo que necesitar la creación del genio de Whittle como su agente. De la misma forma las leyes de la física nunca podrían haber construido el universo, tenía que intervenir un agente, y ese es Dios.”
De manera que, la ciencia explica (el cómo) cómo funciona el universo, pero no explica (el por qué) por qué fue creado ni quien lo creó, puesto que estas son preguntas filosóficas y teológicas, pero no científicas.
Esta es la forma como se relacionan estas disciplinas. A través de la ciencia encontramos evidencias indirectas sobre Dios en el cosmos, es decir, cierto orden y complejidad que apuntan a un diseñador inteligente, pero no hallamos evidencias directas, pues Dios no está en un pedazo de materia ni podemos meterlo en el microscopio. No obstante muchos descubrimientos científicos como la compleja estructura del ADN, el ajuste fino del universo y la teoría del Big bang dan pie a la reflexión filosófica y teológica sobre la existencia de Dios.
Autor: Isaac Daniel Feliz
Autor: Isaac Daniel Feliz